El Camino de Santiago por Arzúa
Capilla de la Mota
A un kilómetro escaso de la iglesia de Santo Estevo do Campo, rodeada de una pequeña robleda, está la Capela da Mota, pequeña, de piedra del país y con un abrigo lateral cubierto, soportado por columnas redondas, también de piedras pequeñas.
Es humilde, con sabor a pobreza labradora. Parece como si, a propósito, fuera ese su mayor valor, fundirse con el monte en una sencillez que transmite armonía.
Tres santos habitan este templo: san Bartolomé, san Mateo y san Simón.
A san Bartolomé le hacen una romería el veinticuatro de agosto. Cientos de personas acuden a él para que, con el cuchillo-espada de madera que tiene en la mano, les corten os “lobiños”, también llamado bocio, muy abundante en estas tierras del interior, escasas en yodo. La operación consiste en que un agente causal de la romería pasa el cuchillo por la garganta del ofrecido y este deja una limosna, en dinero o en especie.
También es abogado de las mujeres de parto, contra las tormentas, y protector de los rebaños de animales.
Hay un dicho, que casi parece una oración, que resume este poder:
“Onde o teu nome sexa nomeado,
non morrerá muller de parto,
nin neno afogado,
nin entrará ningún bicho fero
no teu rebaño”.
Dicen los más viejos de la zona que nunca un relámpago ni un granizo maligno cayó en esta parroquia. Basta con que en día de tormenta el sacristán haga repicar la campana para que todas las tierras donde su sonido sea oído queden protegidas, como si de un pararrayos se tratara.
“Somos leyenda viva”
Xosé Luís Rivas Cruz y Baldomero Iglesias Dobarrio